En definitiva, amo darme a los demás como me gustaría que se dieran a mí. Me apasiona todo lo que Dios creo con amor pues es arte. De hecho, tú y yo lo somos. La música lo es y todo lo que me permite expresarme, también lo es. Pinto, toco piano, flauta travesera y arranco nota al instrumento por inercia. Me vuelve loca poder hablar en idiomas pero más que nada por experiencias en las que puedo ayudar a personas. Me mueve lo humano y la comunicación a través del lenguaje del amor. No deseo compararme con nadie, deseo sólo que sepan que existe alguien diferente y única (pues todos lo somos para Dios). Esa soy yo. María Laura para todos y Lauri para mi padre, el único que permito que me llame Lauri en mis firmas, como un legado en agradecimiento a mis dos amores incondicionales, mis queridísimos y amados padres. Ellos son lo mejor y nada de lo que hiciera les pagaría el incondicional amor por mí. Como dice el Señor, me haría despreciable si le pusiera precio al amor.